Historias de racismo
MUJER INDÍGENA NAHUA
Por Angélica Hernández Vásquez
Memorias racistas y discriminatorias
En mi pueblo Rafael Delgado, Veracruz, escuchaba hablar Náhuatl a mis vecinos, en el molino, en la iglesia, en las calles, pero mi madre y mi padre, a pesar de que su lengua materna era el Náhuatl, siempre nos hablaron en español. Aprendí la lengua porque mis vecinos Roy y Liliana lo hablaban y quería aprenderlo para poder jugar con elles. Sin darme cuenta, lo fui adquiriendo, lo que me permitió ser su amiga y así hablarlo desde los cinco o seis años.
Los amigos de mi padre le decían que era importante que sus hijos estudiaran, fue por ello que siempre motivó a mis hermanos a estudiar. La educación para mis hermanas no era tan importante porque pensaban que se casarían algún día y un hombre las iba mantener.
HUELLAS PROFUNDAS DE DISCRIMINACIÓN Y RACISMO
Por Carmen Osorio Hernández
Expresiones racistas en un mundo totalmente ajeno y diferente a mis costumbres
En retrospectiva, puedo ubicar algunas experiencias de discriminación y racismo que enfrenté en diversos momentos claves de mi vida, incluso aún sin nombrarlas racistas. Mi primera experiencia es parte del proceso de migración que me llevó a la Ciudad de México, a la edad de ocho años, cuando mis hermanos decidieron que saliera de mi comunidad acompañada de mi tía.
MI CABELLO. EXPRESIONES DEL RACISMO INTERNALIZADO Y MI PRÁCTICA LIBERADORA
Por Georgina Méndez Torres
Lo que expresaré en estas líneas es producto de muchas reflexiones que he venido haciendo desde hace años, quizás de manera más consciente a partir de 2002, cuando tuve la oportunidad de estudiar la maestría en Quito, Ecuador. A este lugar lo pensé como un nuevo comienzo para mí y mi cabello. Sí, voy a reflexionar sobre mi cabello y las transformaciones que me ha significado, no solo en términos estéticos sino también como un proceso de valoración de ser indígena. Mi cabello es una extensión de mí. En él se han conjugado, y se siguen conjugando, una serie de valoraciones tanto negativas como positivas. A lo largo de los años, se ha transformado, y con él me he transformado como mujer.
“NUNCA ME DETUVE, SEGUÍ SOÑANDO HASTA LLEGAR A LA CIMA DE LA MONTAÑA”
Por Lucía Olivas
Expresiones racistas en un mundo totalmente ajeno y diferente a mis costumbres
En retrospectiva, puedo ubicar algunas experiencias de discriminación y racismo que enfrenté en diversos momentos claves de mi vida, incluso aún sin nombrarlas racistas. Mi primera experiencia es parte del proceso de migración que me llevó a la Ciudad de México, a la edad de ocho años, cuando mis hermanos decidieron que saliera de mi comunidad acompañada de mi tía. En ese momento y lugar, fue cuando me enfrenté a un mundo totalmente ajeno y diferente a mis costumbres.
ESTUDIAR EN EL IDIOMA CON EL QUE CRECÍ, CON EL CUAL MI CORAZÓN PIENSA
Por Marina Cadaval Narezo
Soy una mujer mestiza / blanca que creció en la Ciudad de México. Ahí estudié toda mi vida. Cursé la licenciatura en Historia en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en la Facultad de Filosofía y Letras, en Ciudad Universitaria, la cual me quedaba a unas siete paradas de un microbús que tomaba a tres cuadras de mi casa. Hacía de 20 a 30 minutos, cuando mucho.
MA’ K’AABET A T’AAN, A WIICH KU YA’ALIK BA’AX KA TUUKLIK (NO NECESITO QUE HABLES, TUS OJOS DICEN)
Por Miriam Uitz May
No hacen falta palabras para ejercer el racismo y la discriminación, con tan solo las miradas y el silencio basta. Decía la autora María Castaño (2016): “Todo comunica. Sí, así de claro y sencillo. Antes se creía que solo las palabras comunicaban, pero lo cierto es que todo, en conjunto, independiente o fragmentado, está comunicando algo. Acción u omisión, lo que hacemos siempre es leído por terceros de una u otra forma. Todo comunica”.
SOY MAYA TSELTAL DE BACHAJÓN
Por Patricia Pérez Moreno
Haciendo memoria de mi paso por la universidad, puedo identificar dos prácticas racistas —no las únicas, pero sí las que más recuerdo— que me hicieron sentir menos, insegura, incapaz e ignorante por un tiempo.
MUJER DE COLOR
Por Rosalba Icaza
Educación Pública, (in)movilidad social
A los cinco o seis años, escuché por primera vez un comentario negativo acerca de mi apariencia física. Una amiga de la familia comparó mi tono de piel más “moreno, pero bonito” con el de mi madre y hermanos, que tenían un tono más rosado. Yo tenía el tono de piel de mi papá, de mi tía Ana, de mis abuelos y de la familia paterna del barrio de Iztapalapa en la ciudad de México.